Instituto J. Evans Pritchard
Para entender la divulgación científica a fondo debemos familiarizarnos con su contenido, planteamiento, enfoque, análisis y figuras gramaticales que utilizan. Y luego hacer dos preguntas:
1.- ¿Cuán creativamente se enfrenta a su objetivo divulgativo?
2.- ¿Cuán importante es dicho objetivo?
He utiizado “cuán” de manera que la respuesta debe de ser indicada como un escalar, es decir, una evaluación cuantitativa del desempeño cualitativo de lo divulgado y que por otra parte como verbo infinitivo indique la acción de subir a un lugar o condición elevada, acción que indica que a mayor sea este número, más lejos se ha llegado cual alpinista que ha escalado.
Una vez respondidas estas preguntas advertiremos que la primera mide la perfección divulgativa y la segunda su importancia; por tanto la grandeza divulgativa es un asunto relativamente simple, puesto que, si al graficarlas sobre un plano cartesiano la perfección se representa sobre el eje de las abscisas (x) y su importancia sobre las ordenadas (y), entonces al calcular el área total cubierta por sus coordenadas obtendríamos su grandeza divulgativa. Así un artículo de Jay Gould puede ser muy alto en lo vertical pero no mucho en lo horizontal, un programa de televisión de Sagan puede ser muy alto tanto en lo horizontal como en lo vertical, dando como resultado una gran área total revelando su grandeza.
Al estudiar la divulgación utilice este método, así su habilidad para analizar de esta manera crecerá, también crecerá su entendimiento y disfrute de la divulgación científica. Si usted ha recordado en este punto a John Keating (y ha decidido arrancar la hoja o todo este capítulo, le sugiero que continúe leyendo antes de tomar una medida drástica. Si lo primero que le viene a la mente incluye la palabra “$h*t” comparto la risa y confieso la certeza que uno de los principales problemas de la divulgación es su evaluación debido a que no es educación, no pretende formar profesionistas sino mejores ciudadanos.
La era de la información nos ha dado lugar a una era de la sociedad de la economía basada en conocimiento, elementos que determinan la calidad de vida y desarrollo cultural. Se diría que no estamos haciendo enchiladas, y hasta las enchiladas tienen su técnica, estamos hablando de cultura científica; estamos tan acostumbrados a ver al conocimiento asociado a una calificación numérica que muchos hemos olvidado identificar la calidad de ese conocimiento y la forma en que es aplicado a la vida diaria, ya ni siquiera las bandas de rock o los concursos de “señoritas” aceptan puntuaciones numéricas como único referente.
Este documento no es una biblia procientífica así que no irán al infierno en caso de no seguir cada una de sus recomendaciones, sin embargo es una buena plataforma para el entrenamiento de recursos humanos en ciencia y tecnología. Esto no es una batalla es una guerra, guerra que luchamos en contra de la ignorancia, las seudociencias y el misticismo; las pérdidas pueden ser nuestra cultura y nuestro tiempo para el esparcimiento.
No me mal interpreten, por supuesto que necesitaremos modelos de evaluación numéricos pero de la mano de personas que puedan pensar por si mismos, quienes aprenderán a saborear el lenguaje y el contenido mismo, personas que disfruten la comprensión de una formula cual poema o pieza musical; no importa lo que digan, las ideas pueden cambiar al mundo.
Con frecuencia veo las miradas de los estudiantes quienes se resisten a aprender matemáticas porque serán diseñadores, músicos o CEO's de sus empresas, como si la cultura científica no tuviera nada que ver con el uso de sus gadgets, los negocios, el arte o la medicina. También veo aquellos que se esfuerzan por que nadie más entienda el curso de los fenómenos naturales que han estudiado, pues dicho conocimiento debería ser “rescoldo del placer de los desventurados a quienes miráis airados”.
Acérquense, les comparto un secreto que nos dejó Richard Feynman “La ciencia y el sexo tienen objetivos claramente definidos, pero no es lo que nos motiva a hacerlos”, no hacemos la ciencia porque alguien tiene que hacerla, hacemos la ciencia porque nos gusta, leemos y escribimos ciencia porque es tierna y cursi, leemos y escribimos ciencia porque pertenecemos a la raza humana y la raza humana está llena de pasión.
La medicina, el derecho, los negocios y la ingeniería son carreras nobles y necesarias para la vida, pero el pensamiento científico es como poesía, la belleza, el romance y el amor, son cosas por las cuales vivimos y disfrutamos a cada momento, citando a Walt Whitman y sus “hojas de hierba”:
* Cuando escuché al docto astrónomo,
cuando me presentaron en columnas
las pruebas y guarismos,
cuando me mostraron las tablas y diagramas
para medir, sumar y dividir,
cuando escuché al astrónomo discurrir
con gran aplauso de la sala,
qué pronto me sentí inexplicablemente hastiado,
hasta que me escabullí de mi asiento y me fui a caminar solo,
en el húmedo y místico aire nocturno,
mirando de rato en rato,
en silencio perfecto a las estrellas
Les invito, les convido, les pido que cuando den una charla de divulgación, cuando presenten una clase, cuando compartan su gusto por la ciencia no dejen que su audiencia se escabulla de sus tablas, pruebas y cantidades, salgan con ellos a experimentarlas y comprobarlas que no se quede en el discurso, que llegue al disfrute pleno y compartido de su conocimiento.
El modelo de entrenamiento científico te ofrece una plataforma para que contribuyas con la comunidad, ¿cuáles son tus buenas intenciones? El riesgo es alentar a tu público a ser científico, a ser sus propios Haro, Erro, Molina o Alcubierre; que se conviertan en libres pensadores.
La ciencia es una forma de pensamiento no una profesión, la investigación científica es una profesión que requiere más que conocimientos técnicos para ser eficiente
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