La butaca se ha definido como un asiento individual, cómodo, con brazos y respaldo, diseñado para observar, no para descansar; es decir, tiene un propósito relacionado al entendimiento. De ahí que este lugar desde donde escribo y consulto el correo suele ser butaca durante las primeras horas del día, y también la que me sirve para contemplar la noche con binoculares, jugando a la astronomía que depende principalmente de la observación casi sin experimentación.
Las butacas más comunes las conocemos en el cine y el teatro, ventanas que nos enseñan cómo es el mundo gracias al invento de Edison y los Lumiere, el cual no hubiera prosperado de no ser por un gusto del guionismo y la actuación.
Hablando de Thomas Alva Edisón; en 1910, fascinado por el efecto eléctrico de galvanización, que da vida al monstruo del científico de Silesia, Víctor Frankenstein, en la novela de Mary Wollstonecraft Shelley. Decidió primero producirla en cine y más tarde mantuvo a una compañía de Broadway durante varias temporadas, a pesar que en repetidas ocasiones fuese el único en la platea. Mel Brooks, el genio de Broadway escribió también La Loca Historia de las Galaxias y produjo “La mosca” de David Cronenberg, protagonizada por Jeff Goldblum actor quien al parecer se ha dedicado a papeles pro-científicos como en “Parque jurasico”.
Difíciles de observar, las lunas de Urano: Titania, Miranda, Desdémona, Medea y Cordelia, seguidas de Margaret, Bianca, Ariel y Rosalinda, además de Crésida, Perdita, Porcia, Julieta y Ofelia, al lado de varones como Próspero, Oberón, Ferdinand, Francisco y Calibán o indefinidos como Setebos, Cupido y Puck, hacen compañía de los etílicos Estefano y Trínculo. Personajes del dramaturgo inglés William Shakespeare, los cuales ha compartido con la astronomía.
Innegable que en la escuela aprendemos más si al profesor le sale lo histrión y el pizarrón se las gasta de proscenio; que un planetario parece un teatro arena visto desde abajo y no desde arriba; y que no se nos olvida cuando Einstein, Newton o cualquiera de bata u overol, de visita llegan al salón.
De niño asistí a ver Triptofanito en Universum; luego me enteré que Luis Enrique Erro Soler, también estudió teatro en la UNAM durante sus años mozos. Y apropósito de otro Soler, Fernando Soler Palavicini, alguna vez en la BUAP, me comento que había llegado a puebla gracias al Planetario. Junto, en Imagina, Eduentretenimiento (Mad Science) nos entretuvo con varias funciones teatrales. Por último, no olvido comentar que nací en cuna del teatro; padre, madre y padrinos a quienes les debo mis primeros años llenos de libros y ensayos.
Publicado por Aleph-Zero en Abril 27 de 2007