Algunos neologismos permanecen dormidos durante años, tal es el caso de la sororidad, que estuvo dormida casi 100 años hasta que despertó llena de energía en la ultima década; algunos otros surgen de improvisto para escribir la historia contemporánea, los tiempos que vivimos hoy en día; así el verbo alunizar y el termino masculino alunizaje llegaron en febrero de 1966 al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, apenas a 10 días de que la primera nave humana no tripulada llegara a la luna; junto con alunizar llegaron las palabras audiovisual e historicismo.
El historicismo es una corriente filosófica, una tendencia intelectual e incluso un método de conocimiento que considera la realidad como un devenir histórico, es decir que solo podemos entender nuestra historia si es parte del proceso continuo y que los hechos que no pertenecen a ese proceso continuo no son históricos; entonces ¿qué sucede con los hechos que no tienen un continuo pero que provocan cambios, por ejemplo en el proceso evolutivo: los humanos no habríamos existido de no haber sido por una catastrófica extinción de vida en nuestro planeta, devenida del choque de un meteorito de unos 10 kilómetros de diámetro contra la tierra, hace 65 millones de años. La palabra devenir manifiesta la posibilidad de cambio de un ser, de algo que existe y que puede llegar a ser algo distinto, las orugas se transformarán en crisálidas y de ellas surgirán adultas mariposas para ser perseguidas por los niños, fotografiadas por los turistas y estudiadas por los entomólogos.
A esa posibilidad del devenir también podríamos llamarle flexibilidad, el hecho de tener la posibilidad de cambio y regresar a un estado original o conservar un nuevo estado. Es por eso que los edificios no tienen estructuras de vidrio, que es un material muy duro pero poco flexible, usamos esqueletos resistentes pero flexibles para evitar rompernos, nos imponemos reglas flexibles para no llorar ante la catástrofe o la decepción, la empatía, la confianza en uno mismo, el control de las emociones y entender el cómo y el porqué son características que en conjunto le llamamos resiliencia ¿Has visto ese video dónde se ve el rebotar de una pelota de golf? Cómo siendo tan dura puede devenir en algo tan elástico, flexible, resiliente. Ya les he contado que el cómo y porqué (how-why) son las preguntas fundamentales de los científicos. Resilencia aún cuando tiene su origen en la palabra latina resilio (rebotar) no tiene ni 50 años en nuestro vocabulario.
En la ciencias como en la historia, confieso que me cuesta trabajo verlas como algo distinto, también hay extremos, así como hay historicistas hay cientificistas; las personas que creen que todo debe ser explicado científicamente, mi gusto por la ciencia y el gusto de compartir ese gusto me ha hecho parecer de ese grupo, sin embargo no creo que la ciencia pueda explicar como decidí escribir este párrafo ni predecir lo que el lector pueda experimentar o hacer en consecuencia; quiero decir que no creo en que pueda reducirse a una expresión científica las emociones aunque la química apenas explique una pequeña fracción o que ninguna formula pudiera predecir la extinción de los dinosaurios.
Hace cientos de años cuando aún no se utilizaba la palabra ciencia, se dividieron las artes-técnicas y las humanidades, catalogaron sus ramas, definieron sus límites y alcances; pero hoy buscamos que se realicen investigaciones que amalgamen ciencia y sociedad, ciencia y arte, incluso que expliquen en un concepto físico-químico un proceso biológico, que un espectáculo audiovisual sea multimedia con contenido social e incluso alcances políticos y culturales. En el siglo pasado se hizo famoso un ensayo sobre las 2 culturas pero tal vez ahora en estos tiempos de cambio debamos replantearlo, quizá encontremos una forma de plantear una sola cultura en la que arte y técnica sea una misma, en que la historia no tenga que explicarse de manera positivista para ser aceptada como un estudio formal.
Los neologísmos no son solo palabras nuevas, son la expresión rotunda de una transformación cultural, la gente catalogada como sui géneris hace mil años aceptamos ser los frikis de hoy, y así lo refiere el diccionario desde 2012, tuvimos que pasar de ser naturalistas a ser científicos; gracias a William Whewell hace unos 200 años tuvimos nuevas palabras como físico, lingüística, catastrofísmo, uniformitarianismo, astigmatísmo, dieléctrico, ánodo, cátodo, ión, electrodo, consiliencia, ciencia y científico. Edward Osborne Wilson padre del concepto de biodiversidad recuperó el concepto de Consiliencia en 1998 para referirse a toda la unidad del conocimiento: una síntesis donde la naturaleza humana es una colección de reglas epigenéticas, patrones genéticos y desarrollo intelectual; donde la cultura, sus rituales y sus conocimientos son productos y no partes de la naturaleza humana; donde deben existir explicaciones coherentes en un terreno común.
Hemos producido una sociedad de la innovación presentando novedosos productos a nuevos mercados gracias a la globalización, tras la era de la información hemos producido una economía basada en conocimiento; en el año 2020, nuestras vidas han cambiado, el calentamiento global, las crisis financieras, las amenazas naturales y los fenómenos impredecibles nos obligan a cambiar, ahora debemos aprovechar el conocimiento científico para adaptarnos, ser una versión mejorada en el entorno que hemos modificado, ser resilientes y consilientes para encontrar las soluciones que nos permitan sobrevivir; tal vez sea tiempo de ser resiliecientíficos y consilicientíficos. Que la ciencia, como un producto de nuestra naturaleza humana sea una herramienta, una forma de pensar y no solo una profesión de investigación dentro de un laboratorio.
Publicado en: Diálogos del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Tabasco , No. 59 Abril 2020. Es una publicación cuatrimestral publicada por el CECYTET.
ISSN:1665-3505
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